Un segundo grupo de 74 españoles logra salir de Gaza y llegar a Egipto a través del paso de Rafah | Internacional

Un segundo grupo de 74 españoles ha logrado salir este martes de Gaza a través del paso de Rafah, que conecta la Franja con Egipto, y se dirige a El Cairo, según ha confirmado el Ministerio de Exteriores en España. Se trata de personas con doble nacionalidad y sus familiares directos. Tras días de espera han recibido la autorización para cruzar a territorio egipcio. Se unirán, por tanto, al primer grupo que este lunes consiguió dejar atrás la Franja, formado por 40 españoles, incluidos 22 menores. Este contingente llegó a la capital egipcia la madrugada de este martes tras un trayecto de 12 horas en autobús. Están ya esperando al resto de la colonia hispanopalestina pendiente de salir del enclave para viajar a España. Se espera que un tercer grupo con los últimos españoles que quedan por salir de Gaza pueda hacer lo propio pronto, aunque todavía no hay ninguna confirmación oficial sobre cuántos son ni cuándo podrán abandonar la Franja.

El primer grupo en poder salir de Gaza y llegar hasta El Cairo, después de más de un mes desde el inicio de la ofensiva militar israelí sobre la Franja, incluía a 33 hispanopalestinos y siete familiares. Para esa primera salida se priorizaron las familias con niños pequeños y personas mayores o en situación vulnerable. Entre ellos figura Salah Awad el Sousi, que tiene 73 años y doble nacionalidad. Él residió en España entre 1969 y 1994 y en la segunda semana de la ofensiva militar israelí en la Franja tuvo que abandonar su hogar en Ciudad de Gaza, empujado por un bombardeo en el edificio de enfrente. Al poco, su vivienda fue también destruida. “Yo no quería irme. He pasado cuatro ataques [previos de Israel en la Franja], y no me moví”, cuenta a EL PAÍS en el hotel de la capital egipcia donde se encuentran los recién evacuados. “Nunca en mi vida pensé que mi edificio iba a ser derribado”, se lamenta.

El Sousi explica que fue en aquel momento, y coincidiendo con las órdenes de Israel a los ciudadanos del norte de Gaza para que se marcharan a la mitad sur de la Franja, cuando empezó a considerar la opción de abandonar su tierra. Primero se desplazó a casa de una sobrina en Deir al Balah, una ciudad en el centro de Gaza, y allí arrancó la espera para evacuar en coordinación con las autoridades españolas, que estuvieron en contacto con él desde el inicio. “[La espera] duró 30 días; cada día era más duro que el anterior”, desliza. “Te entraba la incertidumbre: ¿vamos a salir o no vamos a salir?”, recuerda preguntarse.

La esperada llamada llegó finalmente el pasado domingo, cuando se comunicó al primer grupo de españoles que habían recibido autorización para cruzar a Egipto a partir del día siguiente. Llegar hasta el paso de Rafah, sin embargo, corría a cuenta de cada uno debido a la imposibilidad de coordinar un traslado conjunto. El Sousi y su familia tuvieron que trasladarse con el coche particular de un amigo. El hispanopalestino señala que la terminal palestina del puesto fronterizo continúa notablemente dañada, debido a los múltiples bombardeos del ejército israelí, y apunta que, pese a las circunstancias, tuvieron que pagar tanto los impuestos de salida de la Franja como el visado de entrada a Egipto. El equipo de la Embajada de España en El Cairo que se desplazó hasta el lugar para recibirlos llegó pasado el mediodía, y el contingente empezó a moverse hacia la capital egipcia sobre las cinco de la tarde del lunes. Las fuertes medidas de seguridad en todo el norte de la península egipcia del Sinaí provocan que los desplazamientos a través de esta zona sean largos y arduos.

“En esas 12 horas que hemos pasado en el camino, no hemos escuchado ningún disparo; eso es mucho ya. Pero nunca había sentido yo esa dualidad entre tristeza y alegría al mismo tiempo. Quieres alegrarte, y luego te acuerdas de alguna que otra escena y la tristeza te vence”, evoca El Sousi, consciente de lo que deja atrás. “Están masacrando a una población civil y su futuro. De aquí a 20 años tú no puedes hablar de Gaza”, agrega el hispanopalestino, que asegura que “el gran consuelo” que tenían mientras permanecían en la Franja era ver las grandes protestas de solidaridad con Palestina en todo el mundo.

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El Ministerio de Asuntos Exteriores de España tenía preparado desde hace días un equipo de acogida en la embajada del país en El Cairo para atender a los evacuados a medida que fueran llegando. Y el Ministerio de Defensa tiene listos aviones de transporte —un Airbus A330 y algún otro si fuera necesario— para acudir a recogerlos y viajar a España una vez toda o buena parte de la colonia se haya podido agrupar en la capital egipcia. El Consulado General de España en Jerusalén tiene censados en total a unos 140 ciudadanos con doble nacionalidad española y palestina que han expresado su deseo de ser evacuados, aunque la cifra final se eleva a unos 180 si se incluye también a sus familiares directos.

Aunque no hay aún confirmación oficial, al ritmo actual cabe la posibilidad de que el tercer grupo de hispanopalestinos pueda abandonar Gaza este miércoles. Pero las operaciones de evacuación están siendo complejas por la situación en el enclave y las múltiples partes implicadas en el proceso, y desde el pasado 1 de noviembre, cuando se abrieron las puertas de Rafah para la salida paulatina de titulares de pasaporte extranjero, el paso ha estado cerrado cinco días por distintos motivos.

El Sousi reconoce que su futuro cuando llegue a España es por ahora muy incierto, aunque confía en que las autoridades tengan previsto algún programa de acogida. “Todos mis ahorros estaban en las tres casas que había comprado [en Gaza], que están ahora allí, bajo los escombros”, lamenta. Su prioridad, sin embargo, es que sus hijos y nietos, que estaba previsto que cruzaran Rafah este martes, puedan rehacer su vida y construir su futuro en España, consciente de que volver a Gaza no es, hoy por hoy, una opción factible. “No sé lo que nos espera, la verdad”, desliza. “Yo, por mí, me puedo apañar”, agrega, “a mí ahora me importa el futuro de mis hijos, que son jóvenes y tienen hijos pequeños”.

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By Gladis Covas Pulido

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