La lucha de Paola Roldán por tener una muerte digna en Ecuador: “Reconozcan este derecho que me corresponde”

El movimiento en la casa de Paola Roldán este lunes es inusual. Ella, en la cama con el respirador, sin poder moverse. Nicolás, su esposo, le toma la mano y se susurran palabras que solo ellos pueden escuchar. La enfermera presiona la otra mano, dándole masajes para aliviar el dolor que siente por la dificultad para que la sangre circule, como una llama de fuego que recorre sus manos y pies todo el tiempo. Paola está nerviosa, ha llegado el día en que los jueces de la Corte Constitucional de Ecuador que analizan su petición de legalizar la eutanasia la van a ver y escuchar.

La audiencia es telemática. En la sala de la casa de Paola se acomodaron cámaras para que los nueve magistrados puedan observar las consecuencias de la esclerosis lateral amiotrófica, ELA, una enfermedad degenerativa, de la que no existe cura, en el cuerpo de la mujer de 42 años desde el año 2020, cuando fue diagnosticada. Aunque ya ha probado toda clase de terapias, nada ha mejorado la condición de Paola, que ahora solo tiene el control de los músculos de la cara. Sabe que en cuestión de tiempo perderá la capacidad de comunicarse y que finalmente la enfermedad le causará la muerte.

Notas de Paola en la pared de la habitación para apoyarse durante su intervención en la audiencia.KAREN TORO

Se hacen las últimas pruebas de conexión, que el micrófono y la cámara estén encendidos, e inicia la audiencia. Los tres abogados que representan la causa de Paola plantearon la demanda de inconstitucionalidad al artículo 144 del Código Integral Penal ecuatoriano, que estipula el homicidio simple con una pena de hasta 13 años de prisión. Mientras no exista una excepción en caso de enfermedades terminales, este artículo imposibilita la muerte asistida en Ecuador. “Paola tiene una discapacidad del 95%, depende de asistencia las 24 horas al día para realizar las actividades más simples de la vida, siente dolor de forma permanente y gracias a un respirador mantiene su vida”, expuso Farith Simon, abogado constitucionalista.

Paola se alimenta a través de un catéter. Come pequeños bocado de comida para satisfacer el hambre y por placer; sin embargo, algo tan simple como alimentarse es un riesgo para su vida. La enfermedad le dificulta tragar, y hace dos días en el desayuno se atoró con un pedazo de jamón. “Durante la primera hora, la enfermera utilizó una máquina especializada que tengo que me ayuda a expectorar, a toser, la utilizamos hasta que se fue la luz…”, empezó Paola su relato. “Cuando llegó mi marido, hizo toda clase de maniobras para que pudiera volver a respirar normalmente para volver a hablar. Fueron siete eternas horas, entre las cuales me preguntaba cómo habría sido la despedida con mi hijo esa mañana ¿habría sido lo suficientemente buena para que haya sido una despedida final?”.

Hablar de su hijo Olíver la quiebra, es un torbellino de cabellos dorados de cuatro años que entra a la casa gritando que ya llegó y se lanza sobre la mamá y le da un beso en el pecho. “Por diversas circunstancias puedo tolerar el dolor físico, pero no hay medida paliativa que me mantenga lúcida y me ayude a transitar mis dolores emocionales. El dolor de tener a mi hijo acostado a mi lado llorando con fiebre y que no pueda extender mi mano dos centímetros para tocarle la frente”, les dijo a los jueces.

“Esto no es una lucha por morir, yo sé que lo estoy haciendo. Es una lucha por cómo hacerlo”, recalcó. “¿Debo hacerlo atorada, asfixiada, por un accidente, sola, en los brazos de un desconocido en la clandestinidad o puedo hacerlo contenida, sostenida, en los brazos de mi marido, habiendo tenido una imposible última despedida con mi hijo”.

Paola Roldán, acompañada de su esposo, su abogado y una enfermera, escucha los 'amici curiae'.
Paola Roldán, acompañada de su esposo, su abogado y una enfermera, escucha los ‘amici curiae’.KAREN TORO

En la audiencia se escucharon a 16 amicus curiae que dieron sus opiniones a favor y en contra del pedido de inconstitucionalidad que abriría la puerta a la eutanasia. Entre ellas Lelissa Calahorrano, cuya madre también tiene ELA. Fue diagnosticada hace seis años. “Es doloroso ver padecer a una madre, verla sufrir, es muy complicado y el Estado no presta ninguna garantía”, dijo Lelissa, que ha padecido las mismas emergencias que Paola. “Hace una semana, mi mamá se atoró con un besito y casi muere asfixiada”, relata la hija, que también explicó sobre el impacto de la enfermedad en toda la familia: “Dios nos da el libre albedrío, pero el hombre la condiciona”.

Los jueces analizarán la demanda, sin un límite de tiempo, pero la Corte Constitucional ha tratado el caso con urgencia. Podrían anunciar su resolución en las próximas semanas, si aprueban o no la inconstitucionalidad del artículo, o también si reconocen la eutanasia y piden a la nueva Asamblea que regule los términos en las que se aplicaría, un trámite que alargaría el proceso, y una opción que probablemente Paola jamás podrá tener.

“Hoy estoy aquí como Paola, pero soy cientos de voces que salen del silencio y se muestran junto a mí”, les dijo a los jueces, a los que les pidió irse “en paz y en la dignidad” que le corresponde.

By Gladis Covas Pulido

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