Jacques Delors, uno de los grandes arquitectos de la construcción europea, ha fallecido este miércoles a los 98 años de edad. Fuera de Francia, donde fue ministro, pocas figuras como la suya están tan asociadas a la presidencia de la Comisión Europea, que comandó entre 1985 y 1995. Cuando él llegó a Bruselas para dirigir el brazo Ejecutivo del club comunitario, todavía era más bien un gran mercado común continental de 10 países que iban encajando sus intereses. Justo cuando él lo dejó, el 1 de enero de 1995, se alcanzó la cifra de 15 Estados miembros España se sumó en ese periodo- y se habían convertido en la Unión Europea.
Delors no es uno de los padres fundadores del proyecto europeo, pero sí que es uno de sus grandes hacedores. El impulso que le dio le sitúa a la altura de ellos, entre los que están otros dos franceses, Jean Monnet y Robert Schuman. “Europa acaba de perder a uno de sus gigantes. […] Entra en el panteón de los grandes que ha dado Europa y cuyo legado debemos asumir”, ha resaltado el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, al conocercerse el fallecimiento.
Jacques Delors est mort. L’Europe vient de perdre l’un de ses géants. Il aura façonné le destin de l’EU par la puissance de ses convictions et la rigueur de son action. Il entre ainsi dans le Panthéon des grands que l’Europe a produit et dont nous nous devons d’assumer l’héritage
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) December 27, 2023
Su figura está unida a una etapa en la que hubo un gran salto en la integración europea. En los 10 años que él presidió la Comisión -en realidad lo hizo durante tres mandatos consecutivos- no solo se aumentó el número de miembros del proyecto continental que había nacido con el tratado de Roma en 1957. También se dio un salto en la integración de los países que formaban parte de él. Se pasó de aquel mercado común a una unión en la que caminaba en 1993 hacia una eliminación (imperfecta, como se puede comprobar 30 años después) de las fronteras para mercancías y personas.
Delors llegó a la presidencia de la Comisión apadrinado por el entonces presidente de Francia, François Miterrand, y el canciller alemán, Helmut Kohl, dos grandes monstruos de la política europea. Con ellos y con quien era la primera ministra británica, Margaret Thatcher, o más bien contra ella, tuyo que bregar para sacar poner en marcha proyectos como la Unión Económica y Monetaria.
Como buen francés -fue ministro de Hacienda en la primera mitad de la década de 1980- luchó para poner en marcha la moneda única, esa aspiración gala que permitiera ligar la suerte del franco y del marco. Como presidente de la Comisión, lideró el grupo de trabajo que parió el llamado informe Delors, en el que se diseñaba el camino a seguir hasta lograr en tres pasos la creación de la divisa común. Pensaba que la unión aduanera que se había creado en los años cincuenta del siglo XX estaba coja si no contaba con una moneda única.
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