Maria Pevchij, periodista, activista y antigua mano derecha del opositor ruso Alexéi Navalni, ha visitado estos días Madrid con el objetivo de estrechar el cerco sobre las casas, yates y otros bienes de lujo que los oligarcas rusos tienen en España. Dice salir satisfecha de las reuniones que ha mantenido con distintos organismos oficiales del Gobierno. “Buscamos activos rusos fuera del país. Y España está entre los tres destinos más habituales del dinero ruso corrupto”, aseguraba este lunes. “En Málaga y Marbella teníamos que hacer constantes paradas. Veíamos una mansión por aquí, otra mansión por allá o un club de golf propiedad de un vice primer ministro. Por desgracia, hasta hace muy poco se los recibía muy bien. Nadie hacía preguntas”, añade la directora de la Fundación Anticorrupción (FBK), catalogada en 2019 como “agente extranjero” por el Gobierno ruso, en una cafetería del centro de la capital.
Esta activista acompañaba a Navalni cuando fue envenenado en su país en 2020. Pevchij (Zelenograd, 36 años) dice ser una afortunada porque vive “relativamente” segura en Europa. “No hay un peligro inmediato contra mi vida. Aunque a veces suceden cosas: los servicios secretos rusos actúan en el extranjero. Tengo familia en Moscú y sé que corren peligro”. Su discurso es pesimista: la guerra en Ucrania no marcha bien y está convencida de que el Kremlin ya tiene todo preparado para que el presidente Vladímir Putin arrase en las elecciones del marzo de 2024, para las que ni siquiera ha confirmado que concurrirá.
Pregunta. Con los escasos avances en el frente y las dudas sobre el mantenimiento del apoyo occidental, la marcha de la guerra se le está complicando a Ucrania.
Respuesta. Efectivamente, las cosas no pintan bien. El Gobierno ucranio ha reconocido que la contraofensiva no está dando los resultados esperados. Los suministros occidentales de dinero y material militar están cayendo. En Europa surgen gobiernos más críticos como el de Eslovaquia. Y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos sería un desastre para Ucrania.
P. ¿Está Putin ganando la guerra?
R. Hay que hablar de dos guerras. Putin no logró apoderarse de Ucrania, que era la guerra a corto plazo. Lamentablemente, es probable que no pierda la guerra a largo plazo. El tiempo corre a su favor. Rusia está imponiendo su narrativa de que este es un conflicto muy largo, algo para lo que su población debe prepararse. [Putin] Puede cambiar la estructura de la economía rusa e invertir dinero en la producción militar. Además, ha creado una sociedad donde la vida humana no vale nada; esto significa que, al contrario que Ucrania, tiene unos recursos de población casi infinitos.
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P. ¿Las sanciones occidentales no han funcionado?
R. Las previsiones del hundimiento de la economía rusa eran razonables, pero no se han cumplido. El Kremlin ha logrado encontrar una manera de salvar la economía y suavizar el impacto de las sanciones. La madre de todas las sanciones, la prohibición del gas ruso, aún no se ha producido. Tampoco se puede decir que los castigos no hayan tenido ningún impacto. El efecto es más leve de lo previsto, pero está ahí. A Putin le resulta mucho más difícil comprar componentes para las armas; se ha visto aislado de todas las fuentes extranjeras de dinero. Las sanciones están funcionando, pero no con la fuerza necesaria.
P. Se habla de una nueva movilización general.
R. Ese puede ser uno de sus grandes problemas internos. Muchos hombres fueron movilizados con engaños y ahora se les dice que no van a regresar a sus hogares. Hay movimientos organizados por madres, hermanas y otros familiares de esos soldados. El descontento por ello es muy visible ahora en Rusia.
P. ¿Qué repercusiones tendría una victoria rusa?
R. Cuanto más tiempo sigue Putin en el poder, el nivel de represión crece exponencialmente. Toda la oposición está en prisión; la semana pasada, el movimiento LGTB fue tildado de organización extremista; y ahora se plantean prohibir el aborto. ¿Quién sabe qué va a ser lo próximo? ¿Restablecer la pena de muerte? Putin nunca estará satisfecho con el nivel de represión.
P. ¿Cómo explica la obsesión homófoba del Kremlin?
R. No es una obsesión, es un cálculo político. El principal programa de Putin para este ciclo son los valores familiares conservadores. Solo trata de ganar puntos entre los más conservadores. Por eso ahora apunta también al aborto.
P. Tras casi dos años de guerra, ¿se ha acostumbrado la población?
R. Putin lleva 23 años en el poder. Toda una generación no ha conocido otra cosa. Ha lavado el cerebro al país con propaganda antioccidental, que asegura que los malvados Estados Unidos quieren que Rusia se rompa en 1.000 pedazos. El cambio en Rusia solo puede ocurrir dentro de Rusia. Por eso centramos gran parte de nuestra actividad en la política interna. No creemos que nadie del extranjero vaya a venir a Rusia a imponer la democracia.
P. Muchos ucranios dicen que esto no es la guerra de Putin, sino la guerra de Rusia. Y critican a Navalni por compartir sus ideas imperialistas.
R. Me entristece oír esas cosas porque no son verdad. Navalni ha asegurado en incontables ocasiones que respalda las fronteras ucranias de 1991, con Donbás y Crimea incluidos. Entiendo que un ucranio odie ahora cualquier cosa rusa. ¿Cómo podría no hacerlo si un misil ruso ha matado a su familia? Pero tengo la esperanza de que algún día —quizás no en nuestra generación, sino en la siguiente— haya una manera de reconstruir la relación entre los dos pueblos.
P. ¿Espera algún cambio de las elecciones presidenciales del próximo marzo?
R. Serán muy simbólicas. Ya conocemos el resultado: Putin tendrá el 85% de apoyo con el 85% de participación. No confiamos en cambiar esos resultados. Pero vamos a utilizar las semanas antes de las elecciones, cuando la gente suele abrirse más al debate político, para inyectar tanta información como podamos. Usaremos todos nuestros recursos para convencer a la población de que Putin no es una buena idea para el futuro.
P. Navalni fue sentenciado en agosto a otros 19 años de cárcel, ¿tiene alguna posibilidad de influir en la agenda política rusa?
R. No importa el número de años. Ahora han sido 19 años. Pero luego se le acusará de terrorismo y serán 35. Luego serán más. En realidad, se enfrenta a una cadena perpetua. La única pregunta es: ¿será la vida de Putin o la de Navalni? Navalni solo será liberado el día que Putin caiga.
P. ¿Y si el sustituto de Putin es peor que el propio Putin?
R. Incluso si es peor, tendrá que hacer algunos gestos. Lo normal sería que tratara de mostrar a la sociedad que llega un nuevo líder y tratara de negociar el levantamiento de sanciones, para lo que podría plantear la liberación de los presos políticos.
P. ¿Cómo se encuentra Navalni?
R. Está en una situación extremadamente mala, en régimen de aislamiento continuo. No se le da ningún tipo de tratamiento. Está en manos de las mismas personas que intentaron matarlo cuando lo envenenaron. Pero realmente no sabemos los detalles. Sus abogados han sido arrestados. Las cartas que le enviamos son censuradas. Podemos enviarle postales con mensajes insignificantes y él puede responder cosas como: ‘Estoy bien’. Eso es todo.
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